Hablemos

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Tarde o temprano toda persona experimenta en algún momento de su vida la pérdida de algo amado o apreciado, como puede ser la salud, y no queda más remedio que afrontarlo. Esto se hace mediante un proceso cuya duración depende de la persona, a este proceso se le conoce como “duelo”.

El duelo ocurre tras cualquier clase de pérdida ya que es la respuesta emocional y personal que el ser humano utiliza para afrontar la pérdida. Según O ´Connor (2003), este proceso tiene una duración aproximada de 1 a 2 años.

Roccatagliata (2000), afirma que el duelo es un proceso activo de adaptación y que implica llevar a cabo cambios que generan ansiedad, inseguridad y temor. El duelo es personal, emocional y restitutivo; personal porque cada quien lo vive a su manera, nadie va a poder sentir lo mismo que uno siente; emocional porque despierta ira, depresión, tristeza, desesperación, etc… Y restitutivo, para superar el duelo debe vivirse y sentirse, no evadir emociones, no reprimir sentimientos.

El duelo es una herida, y como tal necesita tiempo para sanar, y aunque deja una cicatriz que hace que se recuerde la pérdida, si es cuidada adecuadamente, habrá mayores posibilidades de superarla.

A pesar de que los últimos estudios han demostrado que no ocurre exactamente así, sino que se trata de un proceso algo más complejo, podemos simplificar recurriendo a la teoría de las fases del duelo que elaboró Kluber-Ross en 1969. Según esta teoría, el duelo transcurre en varias etapas o fases, estas etapas que a continuación se mencionan no necesariamente ocurren en un determinado orden e inclusive en ocasiones ni siquiera se presentan, tampoco se presentan de la misma forma ni con la misma duración. De acuerdo a O´Connor (2003), a algunas personas les es difícil pasar de una etapa a otra e inclusive no llegan a la fase final de aceptación y reconstrucción de su vida, otras experimentan ciertos sentimientos más de una vez, es decir el haber pasado una fase no quiere decir que no se pueda volver a pasar.

LA NEGACIÓN

En el momento de recibir el diagnóstico encontramos que la negación es habitual en casi todos los pacientes, no solo durante las primeras fases de la enfermedad o al enterarse de su estado, sino también más adelante y de manera recurrente. Esta negación se expresa mediante la necesidad de distanciarse, evitar pensar y hablar de la enfermedad.

Los familiares también experimentan esta fase, sin embargo, no todos los pacientes pasan por esta etapa debido a las características personales de cada uno.

La negación inicial cumple con una función amortiguadora y se considera como una defensa provisional para afrontar la situación, ya que es una estrategia adaptativa para proteger a la persona de eventos, pensamientos, sentimientos o de información dolorosa o amenazante, permitiéndole un mayor tiempo para procesar la situación, lo cual disminuye la ansiedad.

No obstante, la negación en algunos casos puede ser desadaptativa. Esta negación inadecuada puede llevarnos a retrasar la búsqueda de tratamiento médico, a una falta de adherencia al tratamiento y a la ausencia de obtención de información sobre la enfermedad.

Por esto, los profesionales de la psicología deben hacer un buen análisis de esta negación, entendiendo que esta reacción cumple una función protectora dejándola fluir, pero interviniendo cuando detecten que este estado de negación pueda llegar a ser perjudicial para el paciente.

LA IRA

Cuando no se puede seguir manteniendo la negación, esta es sustituida por sentimientos de ira y resentimiento.

El paciente suele preguntarse por qué le ha ocurrido a él y sienten resentimiento hacía los médicos, hacia su familia y, según el caso, hacia Dios. Puede comportarse de forma agresiva, pero este comportamiento es fruto de una necesidad de llamar la atención, de recibir consuelo por parte de su entorno.

Es importante que los familiares y profesionales de la salud entiendan bien esta etapa del proceso de enfermedad, para poder darle al paciente lo que necesita, de manera que no se sientan atacados y resentidos por su actitud, sino muy al contrario, se acerquen al paciente para comprenderlo, apoyarlo y permitirle que desahogue todo lo que lleva dentro y le esta haciendo daño. La expresión de esta rabia e ira permitirá al paciente encontrar calma y superar esta etapa.

Los profesionales de la psicología deben entender que es importante escuchar esta ira para que el paciente no se estanque aquí, ya que la ansiedad, depresión e ira reprimidas y mantenidas en el tiempo pueden ser obstáculos añadidos en la superación de la enfermedad.

LA NEGOCIACIÓN

Esta fase solo la encontramos en aquellos procesos de duelo que se producen a causa del diagnóstico de una enfermedad grave. No aparecerá, o si lo hace será menos intensa, en aquellos duelos debidos al fallecimiento de un ser querido.

En esta fase el paciente valora las opciones de tratamiento que tiene, se esfuerza por seguir las pautas de la terapia, reza y hace pactos con Dios. Es cuando aflora la espiritualidad y la fuerza para luchar. Dota al paciente de motivación, fuerza y dirección. Este pacto con la vida y con Dios proporciona al paciente sentido a su vida y a su existencia, le da más fuerza ante la adversidad, crece su esperanza hacia el futuro, aumenta sus expectativas positivas y de curación, siente mayor control sobre sus síntomas.

Los familiares viven este periodo con algo más de tranquilidad y mantienen la esperanza en una solución. Es importante que apoyen y aconsejen al paciente es sus dudas y decisiones.

Por tanto, esta etapa es fundamenta y de vital importancia en el duelo por el diagnóstico de una enfermedad grave. Una buena intervención psicológica puede multiplicar los efectos positivos extraídos de esta fase del proceso.

Debido al impulso que el paciente experimenta durante la fase de negociación, es posible que alcance la curación de su enfermedad. En ese caso el duelo terminaría aquí o se transformaría en otro proceso diferente relacionado con su futuro y sus metas. Sin embargo, si durante esta fase el paciente no se ha curado de su enfermedad, el proceso de duelo continúa pasando a la siguiente fase.

LA DEPRESIÓN

O ´Connor (2003), define la depresión como el enfado dirigido hacia adentro, esto incluye sentimientos de desamparo, tristeza, pensamientos negativos, deseos de muerte, y perturbaciones del estado de ánimo en donde la persona suele alejarse de la gente y de las actividades.

Diversos estudios señalan que la depresión comienza como una imposibilidad de enfrentar adecuadamente la situación adversa, la cual tiene como base los miedos básicos del ser humano: el miedo a la muerte y a quedarse solo, produciendo un estado de desesperación, que al no ser controlado genera un cierto grado de desesperanza, lo cual constituye el punto de partida hacia la depresión

Es importante que él médico permita al paciente decidir lo que quiere hacer y es necesario que la familia lo apoye para no aumentar la preocupación y desamparo del paciente. En esta etapa, tanto la familia como el paciente, necesitan estar más unidos que nunca, es bueno que se comuniquen sin reprimir palabras, ni emociones, y muy importante llorar si lo desean y apoyarse para no sentirse solos.

La superación o no de esta etapa es la que determina si el duelo ha trascurrido de manera sana y natural hasta el final o, si por el contrario, se ha convertido en un trastorno de duelo prolongado objeto de atención clínica. Recibir terapia psicológica durante esta fase, o proceso de duelo en general, es muy recomendable para poder superarlo con éxito y, además, alcanzar un grado de crecimiento personal y madurez importante al terminar.

LA ACEPTACIÓN

Después de haber llorado y expresado sus sentimientos el paciente irá aceptando su situación. Cuando hablamos de aceptación no debemos confundir el término con resignación. Si bien muchos pacientes pueden acabar resignados ante la enfermedad, es importante tener en cuenta que la resignación conlleva mucho sufrimiento y malestar emocional.

También es posible que el paciente se adapte a la enfermedad en lugar de aceptarla, pero igualmente, en este caso, debemos considerar que esta adaptación conlleva mucho desequilibrio y que cada complicación que surja va a acarrear nuevos procesos de duelo, y sufrimiento añadido, con lo cual no estaremos yendo por el camino adecuado.

Cuando el paciente realmente entra en la fase de aceptación reconoce la realidad tal cual es ahora, entiende que no puede hacer nada por cambiarla y por tanto tratar de hacerlo es inútil y solo conlleva sufrimiento. El paciente y su familia comprende que la muerte es parte inevitable de la vida, que es imposible no pasar por ello y por tanto natural. Este pensamiento, en esta etapa del duelo, conlleva pensamientos de calma.

En esta fase el paciente toma decisiones con respecto al momento de morir: dónde desea hacerlo, cómo, con quien, y en algunas ocasiones incluso, cuándo. Es importante que el paciente también piense sobre el legado que quiere dejar cuando fallezca. Deje cerrados los asuntos pendientes que le perturben, y decida qué es para él una muerte digna, pues este concepto varía según cada persona.

Si llegamos a este punto de manera satisfactoria, el paciente vivirá su proceso de muerte con calma y serenidad y esto ayudará también a sus familiares a la hora de hacer frente al nuevo duelo que se producirá como consecuencia del fallecimiento de su familiar enfermo.

EN CONCLUSIÓN

El duelo es un proceso natural para asumir una pérdida. No es un trastorno psicológico si trascurre con normalidad y logramos alcanzar una aceptación de la pérdida en un plazo de tiempo razonable de aproximadamente un año, aunque este criterio es subjetivo, pues cada persona tarda su tiempo.

La terapia psicológica durante un proceso de duelo es más que recomendable, ya que se trata de un proceso muy delicado y trascendental en la vida de cada persona. Es una oportunidad muy buena para salir reforzados de la experiencia, si se hace bien, o por el contrario, llevar un peso encima durante mucho tiempo debido a que no se ha trabajado bien y causa daño durante años, o incluso, durante toda la vida.

Si estas pasando por un duelo, o sientes que has perdido algo y esa pérdida no te deja tener calma o progresar en algún ámbito de tu vida , llámame. Soy experta en procesos de duelo, poseo abundantes y variadas técnicas y herramientas que pueden ayudarte con todo esto y sobre todo, te acompaño para que no estés solo/a en esta etapa tan difícil, para que puedas expresarte con total libertad, sin juicios ni imposiciones, solo comprensión y apoyo. En el centro de Psicología Psique Puedes queremos ayudarte.

Llámame o escríbeme al 614 12 65 43 o contacta por correo electrónico laura@psiquepuedespsicologia.es

www.psiquepuedespsicologia.es

Referencias bibliográficas

González S, Valdez JL. (2005). Significado psicológico de la depresión en médicos y psicólogos. Psicol Salud;15(2):257-62

Jiménez, I. (2006). Detección de necesidades en pacientes terminales a través de la entrevista profunda y su consecuente apoyo psicológico humanista y tanatológico. Revista internacional de psicología. 7 (2), 1-126.

Kübler-Ross E. On Death and Dying. New York: Macmillan, 1969.

Miaja, M. y Moral, J. (2013). El significado psicológico de las cinco fases del duelo propuestas por Kluber-Ross mediante las redes semánticas naturales. Psicooncologia. Vol 10 (109-130).

O´Connor, N. (2003), Déjalos ir con amor, la aceptación del duelo. México: Trillas.

Roccatagliata, S. (2000). Un hijo no puede morir, la experiencia de seguir viviendo. Chile: Grijalbo.